Brian Molko, el hombre del corazón de cenicero

Entrada la década de los 90, surge en Reino Unido el brit-pop, un subgénero del rock alternativo que pretendía recuperar la delicadez y simplicidad de la música británica, olvidadas por el predominio de la cultura estadounidense durante el gobierno de Margaret Thatcher. Mientras Oasis y Blur protagonizaban una pelea por el dominio del subgénero, nace en Inglaterra una banda decidida a cambiar las reglas del juego: Placebo. Su carácter revolucionario venía no sólo de su sonido estruendoso, sino también de la seductora personalidad de su vocalista, Brian Molko (Bélgica, 1972), cuya imagen andrógina y peculiar voz contrastaban con el prototipo de macho nacionalista que enaltecía el brit-pop

El joven Molko no tenía reparo alguno en usar faldas que combinaran con su manicura perfecta, así como con el delineador negro y las sombras brillantes que enmarcaban sus cristalinos ojos azules. Se trataba de una cuestión de expresión personal, pero también de una forma de protesta. “El travestismo fue más un acto político. Estábamos tratando de desafiar la homofobia que habíamos presenciado en la escena musical. Básicamente, quería que cualquiera que fuera un poco homofóbico en la audiencia me mirara y dijera, "oh, es muy sexy, me gustaría tener sexo con ella ", antes de darse cuenta de que “ella” se llamaba Brian”, declaró para la revista Kerrang!. Indudablemente lo consiguió, ya que una larga lista de hombres y mujeres se sentían profundamente atraídos hacia su confusa y provocativa apariencia.

Brian Molko. Foto: Select Magazine, 1998

No obstante, en sus comienzos, su posicionamiento le valió múltiples agresiones, como el haber sido golpeado con monedas por el público en un concierto que la banda abrió para Weezer. Molko cuenta que no entendía porque toda esa gente pagaba un boleto para violentarlos y que aquello fue sumamente doloroso, pero que al final de la noche recogieron las monedas para irse a comprar unos tragos. 

Al final, ese tipo de incidentes valían la pena, con tal de que Molko y compañía defendieran las cosas en las que creen. “Solo éramos niños que querían hacer música. Pero no podríamos hacerlo sin subir al escenario con un vestido, sin hablar de nuestra sexualidad. Para nosotros era muy, muy importante no avergonzarnos”, dijo Molko a The Guardian este año. En ese sentido, Molko apostó durante mucho tiempo por confundir a la prensa y al público sobre su orientación sexual, frases como “creo que todos los hombres deberían saber cómo comer una vulva”, y “todos deberíamos intentar cosas que nos asustan, como saltar de un avión o tener sexo con un hombre”, dan fe de su más tarde declarada bisexualidad. 

Brian Molko. Foto: Scarlet Page, 2000

Una de sus canciones más famosas, Nancy Boy, incluida en su ábum debut (Placebo, lanzado en 1996), hace referencia desde su título a los hombres afeminados. La letra podría interpretarse como una crítica a la imagen estereotipada que se tiene de los homosexuales: Alcoholic kind of mood/ lose my clothes/ lose my lube/ cruising for a piece of fun/ looking out for number one/ different partner every night , cantaba Molko a todo pulmón. El demo de Nancy Boy llegó a las manos de David Bowie en 1995, quien expresó: “es una canción fabulosa para que cante un grupo de chicos. Creo que probablemente serán enormes”. No se equivocaba, ya que la cifra total de copias vendidas superó los ocho millones. Así, Placebo acompañó a Bowie durante dos giras, y fueron invitados para tocar en el festejo de su cumpleaños número 50. La relación Placebo-Bowie duró hasta el fallecimiento del llamado Duque Blanco, en 2016.

En una entrevista de 2009, con las piernas cruzadas y un maquillaje impecable, Molko nombró a Bowie, junto a Iggy Pop, como algunos de los hombres de la escena musical que rompieron estereotipos de género antes que él. Aun así, se dijo responsable y orgulloso de hacer más aceptable que los varones usaran delineador. Ante la pregunta sobre si en algún momento le gustaría tener su propia marca de maquillaje, Molko contesta con una sonrisa de par en par, que ha estado pensando en lanzar un perfume: “we could call it Molko’s eau toilette” , bromea y guiña el ojo. Esa actitud desenvuelta, abierta y elocuente es común en las innumerables entrevistas que Molko ha dado en sus casi treinta años de carrera. 

Inés Muñoz, periodista de cultura y moda, recuerda a Molko como uno de sus mejores entrevistados: “le conté que yo había sido muy, muy fan suya, tanto que al final de un concierto me había guardado una colilla que había lanzado al público y que todavía la atesoraba. Se rio mucho y me ofreció un cenicero lleno. Me dijo que me lo podía meter en el bolso y llevar a casa”, contó para la revista Vanity Fair. El encuentro con Muñoz recuerda a la canción Ashtray Heart (corazón de cenicero, en español), del sexto álbum de estudio de Placebo, Battle for the Sun.

A pesar de su cordial trato con los medios, Molko también se ha caracterizado por sus excesos y su actitud desobediente, en especial durante poco más de la primera década de la banda, considerada por muchos su época de oro. En ese periodo publicaron cinco álbumes: Placebo (1996), Without you I’m Nothing (1998), Black Market Music (2000), Sleeping With Ghosts (2003) y Meds (2006). Las drogas y la sexualidad desenfrenada eran una constante en su vida: orgías, autodesprecio y egoísmo son algunas de las palabras que ha usado Molko para describir aquella época de su vida. Estas experiencias quedaron plasmadas en la discografía de la banda, ya que Molko pensaba que las drogas eran parte de la vida diaria de los adolescentes noventeros y que como artista puedes elegir hablar de ello o “ser como Britney Spears y escribir cosas que no tienen nada que ver con el año 2001”

Fue justo en ese año en que Molko dio una de sus tantas muestras de rebeldía, cuando decidió estrellar su guitarra contra los amplificadores en la presentación de Placebo en el Festival de la Canción de San Remo, en Italia. La banda no tenía idea de que iban a tocar frente a un grupo de hombres con trajes de gala y mujeres enfundadas en sus más costosos vestidos, mucho menos imaginaban que los organizadores los tratarían como un acto circense para darle “un poco de rock” al evento. Molko se tomó muy en serio las instrucciones y, vestido de cuero negro, les dio más rock del que estaban dispuestos a soportar. No le bastó con destruir el instrumento, sino que ignoró a los guardias de seguridad para enfrentar al público, haciendo reverencias sarcásticas, con una mirada retadora ante los abucheos. Todo esto, no sin antes dar una impecable presentación de su éxito Special K, titulado así en referencia a la droga disociativa llamada ketamina. Gravity, no escaping gravity, versa el coro de la canción, porque Molko sabe que todo lo que sube tiene que bajar.

Brian Molko (Placebo). Festival de la Canción de San Remo, 2001. Fotografía recuperada de Spanish Placebo

Molko vivió en carne propia la gravedad, cuando se dio cuenta de que Meds era un álbum desolador, que retrataba a la perfección al músico confundido, toxicómano, anestesiado y en eterna caída en el que se había convertido. Al mismo tiempo, la banda estaba pasando por una especie de divorcio, al perder a su mítico baterista Steve Hewitt. En 2010, en entrevista para Popkult, Molko admitió: “la adicción más antigua que tengo quizá sea a la nicotina, porque empecé a fumar en la adolescencia. Y en los 90, me convertí en adicto a la cocaína, al alcohol, y varias sustancias más”, así mismo, afirmó estar feliz de estar en rehabilitación. La propia banda parecía estar en un proceso de recuperación, en palabras de Molko, "había que cambiarlo todo para que todo siguiera igual"

Molko, en compañía de su entrañable amigo y co-fundador de banda, el bajista Stefan Olsdal, y su nuevo baterista, Steve Forrest, comenzó la odisea de reinventar a Placebo una vez más, tal y como lo habían hecho con cada álbum sin comprometer lo que los hace ser ellos. Su nuevo disco, Battle for the Sun (2009), fue un golpe de luz, mucho más esperanzador y enérgico que su antecesor, pero sin sentirse como una máscara de falsa felicidad o un intento de ocultar su pasado. I will battle for the sun/ cause I have stared down the barel of a gun/ …/ I’m the bones you couldn’t break , canta Molko, triunfante, en la canción homónima del álbum. Quizá uno de los factores más determinantes en su cambio de rumbo fue que en 2005 se convirtió en padre, junto a su hoy ex-pareja, la fotógrafa Helena Berg. “Es el amor de mi vida”, expresó sobre su hijo Cody, en 2009. 

Brian Molko y su hijo. Autoría desconocida

Era evidente que Molko ya no estaba en sus veintes, y que habían quedado atrás esos días de orinar en su pulgar antes de los meet & greet, o de vivir en una resaca permanente. Sin embargo, no ha perdido ni una pizca de su esencia, sino que sigue siendo el mismo hombre carismático y disruptivo, aunque ahora vista exclusivamente pantalones y su maquillaje sea más discreto. Pareciera, más bien, que han salido a relucir otras facetas de sí mismo que siempre estuvieron ahí, en su sensibilidad, en su apreciación por la belleza, o en la delicada y melancólica atmósfera que construye en canciones como Centrefolds. Pocas cosas describen mejor ese lado vulnerable de Molko, que cuando en 2013 dijo que su sonido favorito es la risa de los niños- en especial la de su hijo -y el cantar de los pájaros.

En ese mismo año, se estrenó el último álbum de Placebo, Loud Like Love, agridulce, contradictorio y honesto como la personalidad de Molko. “Aunque el primer track es feliz, de inmediato regresamos a la oscuridad. (…) En realidad el disco termina en lágrimas, pero sólo dejamos ver lo real de la vida. El amor por lo regular termina en lágrimas”, dijo al respecto para la revista Rolling Stone. Ha sido esa persecución por lo real, lo que hace la actitud de Molko tan enigmática, porque parece que siempre habla desde lo profundo de su alma, incluso cuando se trata de cosas que para muchos serían difíciles de reconocer por miedo a toparse con la versión más oscura de sí mismos. Molko ha revelado que es justo la honestidad lo que los ha hecho mantenerse vigentes a lo largo de tantísimos años, incluso cuando en un inicio, Placebo sólo era una vía de escape para no pasar el resto de sus días como oficinista: “no teníamos ningún interés en convertirnos en rockstars, sólo queríamos evitar entrar al sistema”, confesó. 

Brian Molko. Foto: Paul Hudson, 2009.

Sin buscarlo, Molko se convirtió no sólo en un rockstar, sino también en una fuerte inspiración para millones de personas con las que ha logrado conectar a través de su música y su historia de vida. Los fanáticos han encontrado en Placebo, y por supuesto, en su vocalista, un espacio para ser ellos mismos, para sentirse acompañados y reflejados en el sinfín de emociones que atañen la existencia humana. En 2014, Molko expresó que le anima mucho saber que los fans noventeros se han mantenido fieles, pero que también lo hace muy feliz ver que cada que van de gira con nuevo material discográfico, en las primeras filas hay toda una nueva generación de jóvenes que han descubierto su música. 

Después de ocho años de escasa actividad, Placebo regresó hace unos meses con sus sencillos Beautiful James y Surrounded by Spies, que estarán incluidos en su nuevo álbum Never let me go, que se lanzará el 25 de marzo del siguiente año. Las imágenes promocionales nos han presentado un Molko con bigote y melena larga, a sus casi cincuenta años. Su nueva imagen no significa en lo absoluto que haya abandonado sus ideales, por el contrario, declaró para la BBC 6 Music que Beautiful James pretende celebrar las relaciones no heteronormativas e “irritar a los cuadrados y estirados”. Detrás de sus palabras, aún podemos ver al chico de piel de porcelana que, con una pose seductora y una mirada que recuerda las olas del mar, suelta una bocanada de humo y apaga la colilla de su cigarro con delicadeza en un cenicero.  

Comentarios

  1. Aaaaah que interesanteeeee. Desconocía sobre Molko, gracias por crear este contenido <3

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    1. Gracias a ti por leerlo. Espero te animes a checar más de él y de Placebo, en especial porque se viene un periodo de mucha actividad para la banda

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